Gemma Soler Periodista

Hace sólo diez días el Barça caía eliminado de la Copa del Rey en Arabia Saudí y parece que hace un año. La torpe gestión del cambio de entrenador ha servido para que ocurrieran muchas cosas en poco tiempo y para que todas las miradas estuvieran puestas en la directiva y en el banquillo y no en unos jugadores que, frente al Granada, se les vio enchufados y mentalizados para la nueva etapa. No hubo “efecto Setién” sino un partido que sigue la estela de los buenos ochenta minutos de la Supercopa de España y con un once que firmaría Valverde. Sí hay matices que generan ilusión: un equipo que construye a base de balón, con paciencia y bien plantado detrás. O que Riqui Puig sea el elegido como primer revulsivo de Setién. A pesar del dominio abrumador, un 82% de posesión, no fue hasta que el Granada se quedó con diez que el Barça pudo abrir la lata, tras mucho cocinar. Por suerte para los culés, el que no cambia es Messi. Pero se echó de menos la incansable lucha de un Luis Suárez, se le puede hacer muy larga su ausencia al Barça. Hay frases públicas que pueden terminan esclavizando a quien las pronunció. Le pasó a Zubizarreta con el “rendimiento inmediato” o a Messi con una “copa linda y deseada” que aun le persigue. Quique Setién fue valiente en su presentación y garantizó el “vamos a jugar bien a futbol”. Lo cumplió en su primer partido ante un duro y ordenado rival. A un entrenador que llega con una extremada sensación de temporalidad se le va a exigir que cumpla con esa promesa, algo que puede lograr con decisiones valientes, resultados y, como siempre en el futbol, con suerte.
Tomado de:https://www.mundodeportivo.com/futbol/fc-barcelona/20200120/472977629399/gemma-soler-opinion.html
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